UN TEATRO INNOVADOR
En la escena se presenta un hombre que dice ser ciego y recorrer los caminos en busca de un público al que contarle una historia. Cuando lo vi me quedé sorprendida, ya que creía que se iba a tratar de la típica obra de títeres protagonizada por un apuesto caballero que intenta rescatar a su princesa, y no fue así.
Él vestía antiguos ropajes formados por una capa marrón y un sombrero del mismo color. Sube al escenario ayudado por una amable joven y, de pronto, saca de entre su capa un pequeño teatrillo del que se vale para contar la historia. En ella se representa cómo dos hermanos tuvieron un malentendido con la muerte al interpretar una obra de teatro en la cual sus personajes morían.
La obra me gustó mucho, ya que trata de mostrarnos la muerte desde otro punto de vista. Lo que más me impresionó fue el teatrillo, porque aunque es sencillo, es muy original y cualquiera de nosotros podría construirlo.
Mi opinión sobre la obra es muy positiva debido a que me encantó la sensación de intriga que producía ese único foco iluminando la representación y haciéndonos centrar toda nuestra atención en ella. Mas si tuviera que hacer algún pequeño cambio, sería alargarla un poco, ya que su corta duración hizo que me quedase con ganas de más; también acortaría la larga parrafada que dice el ciego al principio, puesto que aburre un poco y nos da una imagen de la obra muy diferente a la que te llevas al final.
Eva Vázquez 2ºA
“ATENCIÓN, ATENCIÓN, A TU RESPIRACIÓN”
Con esa frase comenzaba la actuación, los nervios y la intriga por conocer el tema del espectáculo se respiraban en el aire capturado en ese salón de la Casa de la Juventud.
Las luces se desvanecían en los asientos, enfocando al escenario, donde un improvisado atril se reía de su soledad.
Un extraño personaje cubierto con una túnica del color de una pera madura, de esas que hay en primavera, un sombrero del mismo tono y unas gafas negras, decía ser un ciego que viajaba por el mundo contando historias. Transmitía sensación de misterio y, a la vez, una idea de esperanza.
Me sorprendió, sacando de su túnica una especie de teatro para títeres. Era del color de las cerezas, pero su textura era como la piel del melocotón. Tenía unas manos, con las venas marcadas como si de cuerdas se tratara; estaban hechas de pasta, dura y rígida, como la postura del misterioso narrador.
Me contó la historia de la muerte, representada como un pequeño títere con una calavera “graciosa” y blanquecina, como la luz del alba. Me hizo darme cuenta de lo peligrosos que pueden ser algunos juegos, al ver lo que les pasó a los dos hermanos cuando interpretaron esa situación, y la confusión que tuvieron con la muerte.
El extraño individuo que contó la historia, tenía una sorprendente habilidad para transformar la ficción en realidad. En ocasiones me sumergí en el escenario tanto como un día de verano, cuando me baño en el mar. Eso pocas veces me ha pasado viendo un espectáculo de este estilo.
La verdad es que esperaba mucho menos de la representación, de lo que se expuso sobre el escenario.
Fátima Reino 2ºA
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